En estos días se cumplen 20 años del denominado Proceso de Bolonia que es como se conoce al acuerdo que firmaron los ministros de educación europeos y que supuso la creación del EEES (Espacio Europeo de educación superior) que generó un proceso de convergencia que tenía como objetivo facilitar el intercambio de titulados y adaptar el contenido de los estudios universitarios a las demandas sociales, mejorando su calidad y competitividad a través de una mayor transparencia y un aprendizaje basado en el estudiante, cuantificado a través de los créditos ECTS.
A lo largo de estos años se han propiciado los intercambios a través del programa Erasmus y las Universidades han recibido y enviado alumnos, profesores y Pas, en sucesivas convocatorias.
Esto ha tenido sus consecuencias también en las Bibliotecas, puesto que hemos tratado de adaptar espacios y servicios a estas nuevas demandas de los usuarios.
Entre otras cosas se acuñó el término CRAI (Centro de Recursos para el Aprendizaje y la Investigación) como evolución de las Bibliotecas en su adaptación a este nuevo entorno en el que los estudiantes pudieran desarrollar, en mejores condiciones, lo que les demandaba la armonización de la enseñanza, en el ámbito europeo.